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Publicado el 23/10/2025
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Sea cual sea el ambiente en el que utilizas aplicaciones, estas necesitan comunicarse entre sí de forma rápida, segura y eficiente. Esa conexión invisible que permite que un sistema hable con otro es posible gracias a las APIs, herramientas esenciales para la interoperabilidad tecnológica. Comprender cómo funcionan y por qué el modelo REST se ha convertido en el estándar es clave para cualquier desarrollador. Si quieres aprender más al respecto, sigue leyendo que en este post te lo explicamos en detalle.
Una API REST es una especie de lenguaje común que permite que los sistemas se conecten, compartan datos y funcionen como un todo coherente. Algo así como una lengua franca. El término API (Application Programming Interface) describe un conjunto de reglas que permite a una aplicación comunicarse con otra. Pero cuando hablamos de REST (Representational State Transfer), nos referimos a un estilo arquitectónico que define cómo debe diseñarse esa comunicación para que sea simple, escalable y eficiente.
Explicado de otra forma, en lugar de transferir grandes volúmenes de información o depender de conexiones complejas, una API REST aprovecha los estándares web, como HTTP y JSON, para intercambiar datos de manera ligera y predecible. ¿El resultado? Un entorno en el que las aplicaciones pueden interactuar de forma independiente y modular, manteniendo la flexibilidad necesaria para crecer o integrarse con nuevas plataformas.
La primera ventaja clara de implementar una API REST es una mejora clara en la comunicación entre sistemas, hasta ahí todo está claro. Ahora bien, no es la única ventaja. También logra:
Las APIs REST se basan en principios universales como HTTP y JSON, de esta forma facilitan su comprensión y adopción por parte de cualquier desarrollador. No requieren librerías complejas ni protocolos pesados, basta una llamada HTTP para conectar aplicaciones, plataformas o servicios en la nube.
Al ser stateless (sin estado), cada petición es independiente de la anterior. Esto permite distribuir la carga entre múltiples servidores, mejorar el rendimiento y garantizar que el sistema pueda crecer sin comprometer la estabilidad. Es la base que permite que gigantes digitales gestionan millones de solicitudes por segundo.
Una API REST bien diseñada separa el cliente del servidor. Esto significa que ambos pueden evolucionar por caminos distintos, una app móvil puede actualizarse, mientras el backend cambia su infraestructura, sin romper la comunicación entre ellos.
Gracias a su soporte para almacenamiento en caché, las respuestas pueden reutilizarse sin necesidad de repetir consultas. Menos tráfico, menor consumo de recursos y tiempos de respuesta más rápidos: una combinación ideal para experiencias de usuario fluidas.
REST elimina las barreras entre tecnologías. Permite que sistemas escritos en diferentes lenguajes o alojados en distintas plataformas interactúen sin problemas. Es el puente que conecta el pasado, el presente y el futuro de la arquitectura de datos digital.
Cada endpoint puede verse como una pieza independiente del sistema. Esto fomenta el desarrollo modular, facilita el mantenimiento y permite reutilizar componentes en nuevos proyectos, acelerando la innovación.
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Para entender cómo funciona primero debemos recordar que una API REST actúa como el traductor entre el cliente (la app o interfaz que usas) y el servidor (donde viven los datos y la lógica del negocio). Entonces, cada vez que realizas una acción, la API recibe una solicitud, la interpreta y devuelve una respuesta, todo en cuestión de milisegundos. Para lograrlo, es necesario:
Visualiza una red de recursos interconectados. Cada recurso (un usuario, una orden, un producto) tiene su propia dirección, una URI, y puede manipularse mediante peticiones HTTP. Por ejemplo, una solicitud GET /usuarios/15 podría devolver los datos del usuario con ID 15, mientras que un DELETE /usuarios/15 eliminaría ese registro.
El servidor responde siempre con un estado HTTP (como 200 OK, 201 Created o 404 Not Found) y un cuerpo de respuesta en un formato estándar que representa el estado actual del recurso.
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Toda API es un puente. Pero no todos los puentes están construidos de la misma forma. Una API (Application Programming Interface) es, en esencia, ese conjunto de reglas que permite que una aplicación se comunique con otra. Sin embargo, una API REST va un paso más allá. No solo define cómo comunicarse, sino cómo hacerlo de manera eficiente, escalable y universal. REST introduce un conjunto de principios arquitectónicos, como la ausencia de estado, el uso de recursos identificables y los métodos estándar de HTTP, que hacen posible una comunicación ligera y predecible.
Mientras que una API tradicional puede depender de protocolos más rígidos o específicos (como SOAP o RPC), una API REST se apoya en la infraestructura nativa de la web, lo que la vuelve más flexible y fácil de implementar. No necesita configuraciones complejas ni formatos cerrados. En otras palabras:
A menudo se utilizan como sinónimos, pero no significan exactamente lo mismo. Nuevamente, una API REST hace referencia al conjunto de principios definidos por Roy Fielding que establecen cómo debe estructurarse una comunicación entre cliente y servidor para considerarse REST. Describe el modelo ideal: sin estado, con una interfaz uniforme, basada en recursos y compatible con caché.
En cambio, una API RESTful es la implementación práctica de esos principios. Es una API que aplica (total o parcialmente) las reglas del estilo REST para funcionar en entornos reales. Sin embargo, hoy muchas APIs que se autodenominan RESTful no cumplen estrictamente todas las restricciones del modelo original. Por ejemplo, algunas prescinden del principio HATEOAS (que establece que las respuestas deben incluir enlaces a otras acciones posibles). Aun así, se consideran RESTful porque adoptan la mayoría de sus buenas prácticas. Para hacértelo más sencillo:
Los componentes de una RES API que garantizan que los datos viajen con precisión, seguridad y coherencia son:
Los recursos son el corazón de una API REST. Representan los objetos o entidades que se manipulan: usuarios, pedidos, productos, publicaciones, etc. Cada recurso tiene una dirección única que permite identificarlo dentro del sistema.
Las operaciones sobre los recursos se definen a través de métodos HTTP estándar:
Los headers transportan metadatos que ayudan a gestionar la comunicación. Pueden incluir información sobre autenticación, tipo de contenido (Content-Type), idioma o control de caché.
Cuando una solicitud o respuesta necesita enviar datos, por ejemplo, al crear un usuario, se utiliza el cuerpo del mensaje, normalmente en formato JSON o XML.
Cada respuesta de una API REST incluye un código de estado HTTP que indica el resultado de la operación:
La seguridad es esencial, por eso, las APIs REST suelen usar tokens de acceso (como JWT) o sistemas basados en OAuth 2.0, que garantizan que solo los usuarios o sistemas autorizados puedan interactuar con los recursos.

Ahora que ya tienes claro que es una REST API, te explicaremos que debes tener presente a la hora de diseñar la tuya para que esta sea realmente eficiente:
Antes de escribir una sola línea de código, identifica los recursos de tu sistema: usuarios, pedidos, productos, pagos, etc. Cada recurso debe tener una URI única y coherente y representar de manera clara una entidad concreta. Evita rutas confusas o sobrecargadas y sigue convenciones lógicas que faciliten la comprensión y mantenimiento a largo plazo.
Los métodos estándar (GET, POST, PUT, PATCH, DELETE) no son opcionales, recuerda que son el lenguaje universal de la web. Cada operación debe corresponder exactamente al propósito del método, garantizando que los clientes interpreten correctamente las acciones sin ambigüedad.
No basta con devolver un código de estado HTTP. Las respuestas de error deben incluir mensajes descriptivos y consistentes, de manera que los desarrolladores sepan exactamente qué ocurrió y cómo corregirlo. Por ejemplo: un 400 Bad Request debería especificar qué parámetros son inválidos, mientras que un 404 Not Found indica qué recurso no existe.
Para recursos con grandes volúmenes de datos, implementa paginación, filtros y ordenamientos. Además, usa cacheo cuando sea posible para reducir la carga en los servidores y mejorar la velocidad de respuesta, especialmente en aplicaciones de alto tráfico.
Integra autenticación y autorización sólidas: OAuth 2.0, tokens JWT y HTTPS son esenciales. La seguridad jamás debe ser un añadido, siempre debe ser parte del diseño desde el primer momento.
Una API bien documentada es una API adoptada. Usa herramientas como OpenAPI / Swagger para generar documentación interactiva, y define un sistema de versionado que permite evolucionar sin romper integraciones existentes.
Cada endpoint debe ser independiente, predecible y coherente con los demás. Diseñar APIs modulares facilita el mantenimiento, la escalabilidad y la reutilización de componentes en nuevos proyectos o servicios.
Nada como algunos ejemplos prácticos para entender un poco mejor esto de las REST APIs, así que aquí te dejamos los más habituales:
Cuando compras en línea, una API REST conecta el inventario, el carrito de compras y los métodos de pago. Cada clic en “comprar” dispara solicitudes GET para mostrar productos, POST para crear pedidos y PUT para actualizar estados de envío.
Las apps bancarias modernas dependen de APIs REST para consultar saldos, realizar transferencias o generar extractos. Un endpoint como /cuentas/{id}/movimientos permite acceder a los movimientos de una cuenta específica, mientras que POST /transferencias ejecuta la operación de manera controlada y segura.
Plataformas de música, video o podcasts usan REST para gestionar usuarios, listas de reproducción y recomendaciones personalizadas. Por ejemplo, una solicitud GET /usuarios/123/listas devuelve todas las playlists de un usuario, y POST /listas crea una nueva lista.
Un termostato inteligente, por ejemplo, puede enviar PATCH /termostato/1/config para ajustar la temperatura, mientras que el servidor devuelve el estado actualizado del dispositivo.
En entornos corporativos, REST se utiliza para integrar distintos sistemas internos: ERP, CRM, bases de datos o servicios en la nube. Cada microservicio expone recursos específicos y utiliza métodos HTTP para intercambiar datos de manera predecible, creando un ecosistema modular y escalable donde cada componente cumple su función sin generar dependencia innecesaria.
Diseñar y consumir una API REST no se limita a que funcione, su verdadero valor está en cuando se utiliza de manera eficiente, segura y mantenible. Y para ello es necesario tener siempre presente buenas prácticas como:
Los errores se gestionan mediante códigos de estado HTTP (como 400 Bad Request, 404 Not Found o 500 Internal Server Error) y mensajes descriptivos en el cuerpo de la respuesta. Esto permite que el cliente entienda qué salió mal y tome las acciones correctivas necesarias.
Los servicios web son un concepto más amplio que engloba cualquier interfaz que permita la comunicación entre aplicaciones a través de la web. REST es un estilo arquitectónico específico dentro de los servicios web, que utiliza estándares HTTP y recursos bien definidos.
REST es ideal para escenarios donde los recursos y las operaciones son claras y predecibles, con endpoints estables y un flujo de datos predefinido. GraphQL, en cambio, sirve cuando los clientes necesitan flexibilidad para consultar datos específicos.
Sí. Una de las grandes ventajas de REST es su compatibilidad con distintos tipos de clientes, incluyendo aplicaciones web, móviles y dispositivos IoT.
Las REST APIs son esenciales para construir aplicaciones modernas, permitiendo que distintos sistemas y plataformas se comuniquen de manera eficiente.
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En conclusión, las APIs REST son la base de la comunicación digital moderna. Su arquitectura modular y basada en estándares web permite integraciones seguras, eficientes y escalables. Seguir buenas prácticas garantiza sistemas flexibles, fáciles de mantener y preparados para evolucionar. Dominar REST es una habilidad clave para desarrollar soluciones digitales confiables y listas para el futuro.
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