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Publicado el 22/10/2025
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A todos nos gusta entrar a una web y que esta sea visualmente atractiva, pero también intuitiva e incluso personalizable en algunos casos. Pero ¿Alguna vez te habías puesto a pensar cómo logran esto los desarrolladores? Si la respuesta es sí, este post es para ti. En él te hablaremos del DOM, es ese sistema invisible que traduce la estructura y los estilos en experiencias dinámicas y responsivas.
El Document Object Model (DOM) es la representación estructurada de una página web que los navegadores crean al leer su código. Es una estructura organizada como un árbol de nodos, donde cada etiqueta, atributo o fragmento de texto ocupa un lugar definido y puede ser accedido o modificado mediante lenguajes como JavaScript.
Es gracias a este modelo que las páginas no son estáticas. El DOM permite que un botón responda a un clic, que un formulario valide datos sin recargar la página o que el contenido cambie dinámicamente según las acciones que realizamos como usuarios.
La respuesta es sencilla, es importante porque es el punto donde el desarrollo web deja de ser solo código y se convierte en experiencia. Es el puente que une la estructura del sitio con la interacción del usuario, permitiendo que las ideas dejen de ser eso y pasen a ser algo realmente útil.
Para un desarrollador, comprender el DOM es entender cómo se comporta realmente una página: cómo se construye, cómo responde y cómo puede transformarse sin necesidad de recargarla. Cada animación, validación o cambio visual que ocurre al instante nace de esa manipulación del modelo de objetos del documento. Sumado a esto, dominarlo abre la puerta a un desarrollo más eficiente. Saber cómo y cuándo modificar el DOM evita recálculos innecesarios, mejora la velocidad de carga y optimiza la experiencia del usuario.
HTML, JavaScript y el DOM forman un triángulo inseparable en el desarrollo web. HTML define la estructura: cada etiqueta, párrafo o imagen es la base del documento. El DOM traduce esa estructura en una representación lógica, como un mapa vivo de elementos que el navegador puede interpretar. Y finalmente, JavaScript actúa como el motor que manipula ese mapa, capaz de mover piezas, cambiar estilos o generar nuevos elementos en tiempo real.
Si tú como desarrollador modificas el texto de un botón, cambias el color de un encabezado o muestras una ventana emergente, no estás alterando directamente el HTML original, sino interactuando con el DOM. JavaScript se comunica con él a través de métodos y propiedades, y el navegador actualiza automáticamente la vista del usuario.
Nuevamente, lo que antes era un conjunto de archivos estáticos ahora puede reaccionar, adaptarse y evolucionar mientras el usuario navega. El DOM es, en esencia, el punto de encuentro entre la estructura (HTML) y la lógica (JavaScript).
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Cuando un navegador carga una página, interpreta el archivo HTML y construye una representación interna del documento: un árbol jerárquico de elementos que puede recorrer, modificar y actualizar en tiempo real. A partir de ese momento, cada cambio que ocurre en la interfaz pasa por el DOM. Veámoslo más a detalle:
La estructura del DOM se organiza como un árbol lógico. En la raíz se encuentra el objeto document, del que descienden nodos que representan etiquetas HTML, atributos o bloques de texto. Cada rama está conectada, un elemento puede tener “hijos” y, a su vez, ser “hijo” de otro. Esta organización permite que el navegador entienda la jerarquía del contenido y que los desarrolladores puedan acceder a cualquier parte del documento con precisión.
Cuando un usuario hace clic, escribe, mueve el ratón o cambia el tamaño de la ventana, se desencadena un evento. Estos eventos pueden asociarse a funciones en JavaScript, lo que permite que la página reaccione de forma inmediata.
Por ejemplo, un evento puede cambiar el color de un botón al pasar el cursor o mostrar un mensaje cuando se envía un formulario. Este sistema de “escucha” es lo que convierte a la web en un espacio interactivo.
Para visualizar cómo el navegador organiza los elementos, observa el siguiente fragmento de código HTML:
<!DOCTYPE html>
<html>
<body>
<div id="contenedor">
<h1>Bienvenido</h1>
<p>Explora el poder del DOM</p>
</div>
</body>
</html>
A partir de este código, el navegador crea internamente una estructura en forma de árbol:
Document
└── html
└── body
└── div (id="contenedor")
├── h1
│ └── "Bienvenido"
└── p
└── "Explora el poder del DOM"
Cada nodo puede ser recorrido, editado o eliminado mediante JavaScript, haciendo posible la evolución continua de una página web mientras está en uso.
Comprender cómo funciona el DOM es solo el primer paso. Para aprovecharlo realmente es necesario distinguirlo de otros modelos con los que suele confundirse. Por ejemplo:
Como brevemente te explicábamos un par de secciones más arriba, HTML es el código fuente estático que escribimos, una estructura en bruto que define el contenido de una página. En cambio, el DOM es la representación viva que el navegador genera a partir de ese código.
Cuando una página se carga, el navegador interpreta el HTML y lo transforma en un árbol de objetos manipulables. A partir de ese momento, cualquier cambio visual o funcional se realiza sobre el DOM, no sobre el archivo HTML original.
El BOM (Browser Object Model) amplía el alcance del DOM hacia todo el entorno del navegador. Mientras que el DOM se limita al documento y sus elementos, el BOM controla lo que rodea a la página: la ventana del navegador, la barra de direcciones, el historial, las cookies o la ubicación.
Por ejemplo, acceder al tamaño de la ventana con window.innerWidth o abrir una nueva pestaña con window.open() son acciones propias del BOM. Ambos modelos colaboran, pero cumplen roles distintos: el DOM maneja el contenido visible, el BOM el contexto donde ese contenido “vive”.
Con la evolución del desarrollo web surgió el Virtual DOM, una versión optimizada creada por bibliotecas como React. A diferencia del DOM tradicional, el Virtual DOM no manipula directamente el árbol del navegador. En su lugar, crea una copia virtual en memoria y solo actualiza los fragmentos que realmente cambian.
Esta técnica reduce el número de operaciones costosas sobre la interfaz, mejorando el rendimiento y la fluidez de las aplicaciones modernas.
Una vez comprendido qué es el DOM y cómo se estructura, lo siguiente que debes saber es como interactuar con él. Aquí es donde entra en juego JavaScript. A través de sus métodos y propiedades, JavaScript permite recorrer el árbol del DOM, crear nuevos elementos o modificar los existentes sin necesidad de recargar la página. Entonces, si seguimos analizando esto, llegamos a la conclusión de que el DOM y JavaScript trabajan de forma sincronizada: mientras el DOM representa la estructura del documento, JavaScript actúa como el medio para transformarla. Pero ¿Cómo se logra realmente esto?
Para modificar el contenido, primero hay que acceder a los elementos adecuados.
JavaScript ofrece distintas formas de seleccionarlos, dependiendo de la necesidad:
Seleccionar por ID
const titulo = document.getElementById("titulo");
Seleccionar por clase
const botones = document.getElementsByClassName("btn");
Seleccionar por etiqueta
const parrafos = document.getElementsByTagName("p");
Selección moderna mediante selectores CSS
const encabezado = document.querySelector("h1");
const todosLosParrafos = document.querySelectorAll("p");
Cada uno de estos métodos devuelve referencias a los nodos del DOM, permitiendo manipularlos directamente.
Con JavaScript, se pueden generar nuevos nodos y añadirlos a la página mientras el usuario interactúa con ella, por ejemplo:
const nuevoParrafo = document.createElement("p");
nuevoParrafo.textContent = "Este párrafo fue creado con JavaScript.";
document.body.appendChild(nuevoParrafo);
Este proceso es la base de funciones como la carga dinámica de contenido, los sistemas de comentarios o las interfaces que se actualizan en tiempo real.
Además de crear o eliminar elementos, también es posible alterar sus atributos para modificar su apariencia o comportamiento. Por ejemplo:
const enlace = document.querySelector("a");
Cambiar un atributo existente
enlace.setAttribute("href", "https://www.example.com");
Añadir una nueva clase
enlace.classList.add("activo");
Cambiar el estilo directamente
enlace.style.color = "blue";
Estas modificaciones se reflejan de inmediato en el navegador, reforzando la sensación de respuesta instantánea. Gracias a este control granular, los desarrolladores son capaces de diseñar interfaces adaptables, interactivas y centradas en el usuario.
Entender el DOM es comprender cómo se construye una página web; dominarlo, en cambio, es aprender a transformarla en tiempo real. Cada interacción, animación o contenido que aparece sin recargar el sitio se logra manipulando el DOM de forma estratégica. Te explicamos algunos de sus usos más comunes:
Unos ejemplos básicos de la actualización dinámica de contenido son el mensaje de “Formulario enviado”, la actualización del contador de “me gusta” o el cambio de texto de un botón tras pararse sobre él o hacer clic.
El DOM permite construir componentes que responden al comportamiento del usuario.
Menús desplegables, galerías que se desplazan con un clic o secciones que aparecen y desaparecen al pulsar un botón son ejemplos de cómo JavaScript y el DOM colaboran para crear interfaces más intuitivas.
Otra de las funciones esenciales es la validación de datos antes de enviarlos al servidor.
A través del DOM, JavaScript puede comprobar si los campos están completos, si los correos tienen un formato válido o si una contraseña cumple los requisitos de seguridad. Esto evita errores, reduce la carga del servidor y ofrece una respuesta inmediata al usuario.
El DOM también facilita el cambio visual de una página en tiempo real. ¿Eres de los que les gusta tener todas sus interfaces en modo oscuro? Pues, que puedas colocar una web en modo oscuro con un solo clic es gracias a esto que te venimos explicando. Un ejemplo de cómo los estilos CSS pueden modificarse dinámicamente desde JavaScript.
En el desarrollo moderno, el DOM se utiliza para mostrar datos obtenidos desde fuentes externas, como APIs. Un ejemplo clásico es un panel que se actualiza con información meteorológica, resultados en tiempo real o publicaciones recientes de redes sociales.
Si el DOM es el motor que da vida a una página web, las herramientas y frameworks son los aceleradores que permiten aprovechar su potencial de manera eficiente y versátil. Veamos estas herramientas y frameworks:
Existen varias librerías que simplifican la interacción directa con el DOM, optimizando tareas repetitivas y mejorando la compatibilidad entre navegadores:
El desarrollo actual suele apoyarse en frameworks que introducen capas de abstracción sobre el DOM, optimizando la gestión de estados y actualizaciones:
Más allá de librerías y frameworks, también existen herramientas que facilitan observar y manipular el DOM en tiempo real:
Dominar el DOM no solo implica saber manipularlo, también significa utilizarlo de manera eficiente y consciente. Solo así es posible garantizar que las páginas sean rápidas, accesibles y sostenibles, evitando problemas de rendimiento y facilitando la escalabilidad de los proyectos. Entonces, las buenas prácticas y recomendaciones de uso, en general son:
Cada cambio en el DOM puede provocar reflujo y repintado, procesos que consumen recursos y afectan la velocidad de la página. Por ello, es recomendable:
Al trabajar con varios elementos similares, guarda referencias a los nodos que se reutilizan en variables. Evita recorrer el DOM repetidamente dentro de bucles cuando se puede optimizar la selección previamente.
Los eventos son esenciales para la interactividad, pero su uso inadecuado puede generar fugas de memoria o ralentizar la página:
Como el DOM no solo es estructura técnica, sino que también define cómo los usuarios y tecnologías de asistencia perciben la página:
Finalmente, un DOM bien gestionado requiere organización y claridad en el código:
El HTML es el código fuente que define la estructura estática de una página: etiquetas, párrafos, imágenes y enlaces. El DOM, en cambio, es la representación viva de ese HTML dentro del navegador.
En la práctica, JavaScript es la herramienta principal para interactuar con el DOM. Algunas modificaciones pueden lograrse mediante CSS (por ejemplo, transiciones o animaciones al cargar la página), pero para crear, eliminar o actualizar nodos según la interacción del usuario se requiere JavaScript.
Entre los métodos más frecuentes se encuentran:
Cada cambio en el DOM puede generar reflujo y repintado, procesos internos del navegador que recalculan la disposición y el estilo de los elementos visibles. Si se realizan demasiadas operaciones directas de forma repetitiva, el rendimiento puede verse afectado, provocando lentitud en la interfaz.
Eliminar nodos es sencillo y se puede hacer de varias formas:
Método tradicional, desde el nodo padre
const contenedor = document.getElementById("contenedor");
const elemento = document.getElementById("elemento-a-eliminar");
contenedor.removeChild(elemento);
Método moderno, directamente desde el elemento
const elementoDirecto = document.querySelector(".elemento-a-eliminar");
elementoDirecto.remove();
El DOM no es solo una herramienta de programación; es la representación estructurada que permite interactuar con el contenido, la estructura y los estilos de una página web. Aprender a dominarla es fundamental para crear una experiencia de usuario óptima y asegurar que tus sitios web respondan a las necesidades.
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En resumen, no nos estaríamos equivocando al decir que, el DOM es el pilar que convierte las páginas web en experiencias interactivas. Comprender su funcionamiento le permite a los desarrolladores manipular la estructura, los estilos y el comportamiento de un sitio en tiempo real, optimizando así tanto la usabilidad como el rendimiento.
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